Por: Ricardo Soberón G.
El expansionismo y colonialismo británico sobre el Atlántico Sur ha sido una constante desde el siglo XVIII en adelante, particularmente con fines geopolíticos y comerciales. El proceso de descolonización en la década de los 60, no alcanzó esta zona, salvo la Resolución 2065 (XX) de diciembre de 1965 que reconoce la existencia de un problema de soberanía entre ambos países, hasta entrada la década de los 80 y el conflicto bélico. Hoy en día, el debate es sobre el dominio económico y político sobre los buenes comunes como la altamar, el espacio exterior, los estrechos internacionales. O como decía el oficial naval norteamericano Alfred Mahan -principal propulsor del poder naval en EE. UU- en el siglo XIX: “donde va el comercio, va la bandera”.
Ahora enfrentamos en América Latina renovados esfuerzos para consolidar el adueñamiento de estos espacios considerando tres cuestiones: i) como paso interoceánico, ii) como plataforma de proyección mundial de poder y iii) como acceso a la Antártida a través del establecimiento del denominado British Antartic Territory (BAT) o también denominada “tierras de la reina Isabel”, que se superpone a la Antártida argentina. Como señala el general ® Carlos Alberto Nogueira, la posición de Reino Unido sobre las Malvinas no puede ver de forma aislada, sino considerando el conjunto de posesiones insulares, desde Ascensión, Santa Helena y Tristán da Cunha: es una competencia por loa conectividad entre el Atlántico y el Pacífico[1].
Informe Schackleton. Es un documento elaborado por el Ministerio de Relaciones Exteriores británico en enero de 1976, donde se subraya la importancia de los recursos pesqueros, así como petróleo. Hace un análisis exhaustivo de los títulos con los que cuentan tanto Argentina como Gran Bretaña.
Con posterioridad a la guerra de 1982, Gran Bretaña continuo con sus esfuerzos expansionistas sobre las áreas marinas alrededor del archipiélago, las Georgias del Sur y las Islas Sándwich del Sur, como ocurrió en 2011 con la creación de una reserva ecológica de 1 millón de kilómetros cuadrados que se superpone a la denominada” pampa azul” argentina. Esto se explica por la avidez por los recursos naturales existentes en la zona. Aunque la economía de las Malvinas se basa fundamentalmente en la crianza de ovejas, la pesca y en menor medida, el turismo, desde 1975, a través de las prospecciones de la Shell se han encontrado importantes reservas de petróleo en las zonas marítimas: 4 cuencas sobre 400,000 kms cuadrados, con potenciales reservas de hasta 6,525 millones de petróleo. En la actualidad, existen un conjunto de 7 compañías petroleras de origen británico, kelper y australiano que operan en las islas. Hay un lote en particular, el Sea Lion Field, bajo concesión de la empresa israelí Navitas Petroleum, que tiene previsto explotar los 500 millones de barriles que se encuentran a 2.5 kms de profundidad[2]. En el mes de agosto, se debe hacer la consulta a la población, mientras que el Partido Laborista ha decidido no ampliar las concesiones en el Reino Unido. Por su parte, el gobierno argentino aun no se ha pronunciado, aunque ha señalado que espera una “relación madura” y “de respeto a la población”, sin dejar su reclamo por la soberanía. Esto fue señalado en la reunión del Comité Especial de Descolonización de la ONU
En 1985, se produjo el establecimiento del Complejo militar en Mount Pleasant[3], con presencia de cazas Typhoon y aviones de transporte militar, convirtiendo las islas en una Fortaleza. Va de la mano con un proceso geopolítico expansivo más amplio que conforma la OTAN a nivel global o a través de otras instancias como AUKUS y QUAD[4], como una nueva fuerza multilateral de intervención global.
La política del presidente Millei respecto de las Malvinas, rompe con toda la historia contemporánea respecto de las Islas Malvinas y la soberanía argentina, bajo el esquema del “paraguas de soberanía” y sucesivos acercamientos por gobiernos argentinos (Menem), que se materializaron en los Acuerdos de Pesca de Calamar y de Petróleo de 1995. Sin duda, fue una época de concesiones excesivas por parte de la Argentina, que duró hasta el 2011. Políticas permisivas de parte de gobierno de Argentina que facilitan la expansión de trasnacionales mineras británicas y latifundios a lo largo de la Patagonia continental[5].
Mas recientemente, frente a las presiones del gobierno de EE. UU. a través de general Laura Richardson, jefa del Comando Sur, frente a la existencia de una estación aeroespacial china en Neuquén, no tardó en entregar el espacio para construcción de base naval en el Sur de la Patagonia. Implicancias sobre reivindicaciones argentinas en las Malvinas.
Es un asunto donde debemos ser claros, los principales aliados de la causa argentina no están en otro lado que, en América Latina, frente a los apetitos de cualquiera de los hegemones en su disputa global. Esto, en el marco de lo que consideramos significa américa del Sur como una Zona de Paz. Para ello, se requiere acciones concertadas, principalmente en la Argentina como país afectado, pero también de los miembros del MERCOSUR y de la CAN, en materia económica, comercial y política. Asimismo, el tema de los recursos naturales en el Atlántico Sur y en últimas, la cuestión de la soberanía de las Islas Malvinas se debe convertir en un punto relevante de la agenda de los BRICS y el Sur Global, en los espacios de dialogo con la OCDE y las grandes potencias.
[1] “Malvinas y la Competencia por la Competitividad”, Revista Visión Conjunta (2023).
[2] Las Islas Malvinas descansan sobre 500 millones de barriles de petróleo. Ahora Reino Unido quiere autorizar su extracción (xataka.com)
[3] https://www.raf.mod.uk/our-organisation/stations/mount-pleasant-complex/
[4] https://palsur.com.ar/nota/1465/—–zwj——–el-expansionista-plan-geopolitico-britanico-en-el-cono-sur
[5] LUCHETTI Javier y TRONCOSO Marcelo, “Las Islas Malvinas: El conflicto geopolítico por la Apropiación de Hidrocarburos, Universidad nacional de la Plata, 2013.