Por Ricdardo Soberón
Los recientes acontecimientos muestran el carácter complejo de la crisis entre Israel y Palestina. Se trata de la recurrente secuencia de un milenario conflicto que se materializa con la creación de Israel en 1947 y la Resolución 181 (II) de la Asamblea General sobre la existencia de dos estados, tantas veces incumplidas. Luego vendrían las sucesivas guerras de 1966, 1973, las acciones de la OLP y la conformación de la Autoridad Palestina, las intifadas de 1988 y siguientes. Los mayores esfuerzos de compromiso por la paz serían la Conferencia de Madrid de 1991 que derivó en los Acuerdos de Oslo de 1993. Ahora, vivimos una época de invasiones militares diversas, una permanente política de discriminación, segregación, hasta los hechos de la operación “Inundación Al Aqsa” del 7 de octubre del 2023 que determinaron este nuevo capítulo de limpieza étnica, muerte y desolación para la población palestina en Gaza.
Esta secuencia histórica, no quita ver el tema desde una perspectiva más amplia en donde Occidente (EE. UU y Europa Occidental) muestran su incapacidad para abordar y siquiera resolver la situación y sus relaciones con el mundo árabe. Tal es el caso de la difícil situación de países como Afganistán de los talibanes, Irán de los mullahs y el Irak post invasión. Pareciera que la comunidad internacional -luego de haberse roto la cooperación internacional para el desarrollo- no tiene otras propuestas más que el modelo de inversiones privadas de Trump y las sanciones internacionales impuestas por el programa nuclear iraní. Incluso, los Acuerdos de Abraham logrados el 2020 con Emiratos Árabes y otros países árabes conservadores (Bahrein, Sudán, Marruecos), corre peligro por el nivel de unilateralismo y arbitrariedad del gobierno de Israel.
Los niveles de violación a los mínimos estándares del derecho internacional y derecho humanitario no tienen antecedentes históricos sino hasta las atrocidades nazis contra el propio pueblo judío, ni límites por parte del gobierno de Israel apoyado militar, política y económicamente por EE. UU. Ambos han conformado una impresionante coalición guerrera que se proyecta desde el Levante hasta el Lejano Oriente.
A pesar de que Palestina ha sido reconocida por 140 estados (recientemente el mundo anglosajón y francófono)[1], y algunos de ellos han denunciado al estado israelí por genocidio ante la Corte Internacional de Justicia. Esto pone en el centro del debate la viabilidad de la solución de la convivencia de los dos Estados
Mientras, los “halcones” en Israel hacen lo que quieren en Gaza, la cárcel de techo abierto más grande del mundo que alberga a 2.3 millones de personas con libertades recortadas y con acceso negado a energía, alimentación (hambruna nivel 5, la más grave) y medicinas (94% de centros de salud destruidos). Por su parte, la ciudadanía mundial manifiesta su solidaridad con el pueblo palestino y su repulsa a este genocidio, en todas partes del mundo, incluido los EE. UU donde el 61% de los judíos norteamericanos piensan que se cometen crímenes de guerra y 39%, que se comete genocidio en Gaza[2]. Lamentablemente, la mayoría de los gobiernos (salvo excepciones como las de Colombia) hacen oídos sordos a los reclamos ciudadanos. Se incluye al régimen peruano de Dina Boluarte que sigue comprando armas y municiones a la empresa israelí Elbit.
A ello debemos agregar no solo las recientes acciones de interceptación y de piratería en contra de la flotilla internacional Sumud, sino también los ataques militares israelíes en el sur del Líbano, la apropiación de territorios en Siria, los ataques militares a Irán, Yemen y Qatar: es evidente la capacidad militar israelí de pelear en múltiples frentes. Una reciente ley aprobada por el Knesset define a Israel como el Estado nación del pueblo judío, pese a que el 20% de su población es árabe. Mientras tanto, la sociedad israelí está dividida entre aquellos que sostienen que las acciones unilaterales son la única garantía de seguridad y los que quieren volver al espíritu de Oslo[3].
Es justo evaluar la acción de EE. UU, de la ONU y de Europa. El gobierno Trump ha expresado el mayor apoyo a las políticas de Netanyahu y su propuesta reciente de paz, representa un paso más para la desaparición de la entidad gazatí y su conversión en un resort trumpiano y un negociado para su reconstrucción. Las Naciones Unidas, luego de reconocerle a Palestina el 2012 el estatus de observador no estatal[4], ha devenido en una caja de resonancia, absolutamente limitada en lo político y en lo financiero para hacer sentir su poder colectivo, y donde sus funcionarios se han convertido en el blanco del ejército israelí (OMS, Alto Comisionado DDHH, Agencia para los refugiados palestinos). Por su parte, la Unión Europea ha demostrado una vez más su fragilidad y limitación en el campo de la política internacional, salvo casos excepcionales como el de España o cuando sus gobiernos son interpelados por sus ciudadanías.
En este dificilísimo contexto, se abre un nuevo capítulo con la propuesta de paz trabajada por Trump e inicialmente aceptada por Hamás e Israel; poco después Hamás señaló que no entregaría las armas hasta la creación del Estado y el ejército palestino. Se trata de 20 puntos que incluyen diversas fases, la liberación de los 20 rehenes y 28 cuerpos, la promesa de no anexión de Gaza por Israel, y la conformación de un cuerpo internacional para la administración de Gaza, denominado Gaza International Transitional Authority que encabezaría Tony Blair. Es un acuerdo urgente y necesario (tanto para detener la masacre, como para plantear la posibilidad del Nobel de la Paz para Trump), pero aún con muchas aristas flojas que no dependen de una sola parte, lo cual lo hace un Plan de Paz aun endeble.
[1] https://www.crisisgroup.org/middle-east-north-africa/israelpalestine/can-world-make-recognition-palestines-statehood-matter?utm_source=mailchimp&utm_medium=email&utm_source=mailchimp&utm_medium=email
[2] https://www.washingtonpost.com/politics/2025/10/06/jewish-americans-israel-poll-gaza/?utm_campaign=wp_post_most&utm_medium=email&utm_source=newsletter&carta-url=https%3A%2F%2Fs2.washingtonpost.com%2Fcar-ln-tr%2F4528a10%2F68e144f900d7a3268d9b4135%2F673082c7662b817d3d5854c6%2F14%2F62%2F68e144f900d7a3268d9b4135
[3] https://carnegieendowment.org/research/2025/09/israeli-military-policy-middle-east-political-realities?lang=en&mkt_tok=ODEzLVhZVS00MjIAAAGdIGuwWKCsJYvI7zV8MIRzHiTbCHeiYqCh_KWj8Uc8nPpwkQPE2CrMb6fQXvKK4X7RgkHiAmJNmF-UTx2KX-YZ3Zs6VIq_ZR8fOmDNYML3ZXx4