EL DEBILITAMIENTO DEL SISTEMA INTERNACIONAL Y DE LOS ESTADOS.

Por Ricardo Soberón

El sistema internacional implosiona no solamente por la pérdida de protagonismo de la ONU en la definición de los grandes puntos de agenda global[1], como lo evidencia el próximo recorte del 25% de los fondos de la ONU para operaciones de mantenimiento de la paz[2]. Estamos frente al reemplazo del trabajo diplomático tradicional por actorías personales como la que ejerce el frustrado premio Nóbel, Donald Trump, fuera de sus fronteras. En este sentido, hay una pérdida de espacios para el desenvolvimiento de la diplomacia tradicional, que ha encontrado obstáculos frente al ejercicio – o la amenaza de su uso- del poder militar tradicional.

Además de frecuentes tensiones interestatales, somos testigos del desenvolvimiento de todo un ecosistema de actores no estatales conformados por bandas, organizaciones, clanes, familias, pandillas que tienen en la ilicitud en general su fuente de supervivencia y negocios.

Otro factor que ayuda a entender la actual situación de desorden e incertidumbre es que en el mundo hay un grueso espacio de territorios donde se ha perdido el control efectivo del Estado y este se ha visto reemplazado por formas de gobernanza criminal. Las instituciones del Estado, legislar, procesos judiciales y administrar los recursos del Estado se ha vuelto imposible en muchas de estas regiones.

Esto ocurre principalmente en Asia, donde los recientes enfrentamientos fronterizos entre tropas de Tailandia y Camboya generan un nuevo punto de tensión fronteriza. O, en países aun no estabilizados como Libia, Sudán Siria o la propia frontera entre Paquistán y Afganistán, donde actualmente se ha iniciado enfrentamientos militares.

En África sucede algo similar en la región del Sahel[3], donde luego del retiro de las fuerzas militares francesas, americanas y españolas, gruesas regiones de Mali[4], Senegal, Níger, Chad y Mauritania, quedan bajo la amenaza de grupos islámicos como Boko Haram o Al Shabaab, que azotan villas, aldeas y comunidades. De otro lado, el mercado de los diamantes en las naciones del Sur de África, como Botswana[5], constituyen un escenario complejo.

En América Latina, la situación empeora cuando se trata de inmensas regiones alejadas de las metrópolis, donde se han instalado las economías extractivas ilícitas relacionadas a la explotación del oro y la cocaína, principalmente, el Catatumbo, el Putumayo, la provincia de Sucumbíos en Ecuador, la extensa zona del VRAEM que ocupa hasta 5 regiones del Perú, la región del Trópico del Chapare en el departamento de Cochabamba, Beni y Pando en Bolivia, además de la zona de los estados de Amazonas en Venezuela y Rondonia en Brasil, donde la extracción del oro es impresionante. La situación empeora cuando incluimos importantes redes de transporte terrestre transfronterizo, que son utilizadas por redes de contrabandistas trasnacionales, a vista y paciencia del Estado. 


[1] https://www.crisisgroup.org/global/un-security-council-struggling-we-still-need-it?utm_source=mailchimp&utm_medium=email

[2] https://www.france24.com/en/americas/20251009-un-global-peacekeeping-us-funding?utm_source=newsletter&utm_medium=email&utm_term=2025-10-16&utm_campaign=Madagascar+s+president+leaves+country+after+protests+African+economies+lead+growth+forecasts+Coral+reefs+crossing+survival+limit

[3] https://www.defensa.com/opinion/sahel-nueva-era-geopolitica

[4] https://acleddata.com/report/hunters-militias-militarization-dozos-mali?utm_source=ACLED&utm_campaign=966eaa8441-EMAIL_CAMPAIGN_2018_09_21_06_50_COPY_01&utm_medium=email&utm_term=0_26a454684a-966eaa8441-516159425

[5] https://www.worldbank.org/en/country/botswana/overview

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