Por Ricardo Soberón, analista
En estas semanas, América Latina será el epicentro de hasta dos reuniones muy importantes, la Cumbre CELAC UE en Santa Marta (9 y 10 de diciembre) en la ciudad de Santa Marta, Colombia, y otra es la Conferencia de las Partes 30 en el marco del Acuerdo Marco del Cambio Climático, la misma que se realizará en Belem do Pará, Brasil, el 6 y 7 de noviembre del 2025.
Mientras que la primera marca un hito en el proceso de definición de las relaciones hemisféricas con el bloque comunitario en un período de incertidumbre por la política arancelaria de Trump hacia el resto del mundo, la misma que ha roto los esquemas contemporáneos de relacionamiento comercial y que obliga a los países a encontrar fórmulas de intermediación por fuera del esquema tradicional con EE. UU. El objetivo central girará sobre la triple transición energética: digital, ambiental y energética. Atenderán 12 jefes de estado, 6 vicepresidentes y 23 cancilleres, lo que refleja la pérdida de peso político de tales espacios. Además, está pendiente la firma del acuerdo comercial entre UE y el MERCOSUR, que se realizaría el 20 de diciembre en Río de Janeiro.
La segunda es un nuevo esfuerzo por lograr que los acuerdos políticos se materialicen en acciones prácticas; para ello Brasil ha planteado impulsado y sugerido un Fondo de Financiamiento. Lamentablemente, el presidente Trump está haciendo todo lo posible por reducir la presencia de jefes de estado y generar una pérdida de importancia siguiendo su lógica de negacionismo hacia el Cambio Climático. La situación actual de la trayectoria del calentamiento global no ha mejorado, solo es 0.3% inferior a la que había el año 2024 en la COP 29 en Baku, de acuerdo con el Informe de Emisiones de la ONU[1]. Las dos propuestas más específicas de lo que Lula llama la “COP de la verdad” son el Fondo de Financiamiento -el Tropical Forest Forever Facility- y la próxima convocatoria a una Cumbre Climática Mundial. Mientras Brasil ha garantizado un aporte de US$ 1 billón, Noruega ha agregado la suma de US$ 2.9 billones, Portugal 1 millón de euros. Como dice Lula:
“Las fuerzas extremistas fabrican mentiras para defender un modelo que perpetra la degradación ambiental”.
Lamentablemente, los errores consecutivos que comete el secretario de Estado Marco Rubio en la conducción de una política exterior poco amigable para América Latina se convierten en un obstáculo insalvable para producir eventos productivos y propositivos, tanto en materia comercial como en materia climática. Sus intentos de contener a China, de aislar mas a países que sufren sanciones y bloqueos, y de utilizar la guerra contra las drogas para zafarse de un gobierno determinado, no le va a rendir frutos. El desproporcionado e inusual despliegue militar sumado a las ejecuciones extrajudiciales contra mas de 50 personas njo condenadas, representa un problema mayor, que ha sido condenado por Brasil, México, Colombia, además de la propia Venezuela y sus países amigos. A ello se suman agencias de Naciones Unidas encargadas de ventilar la situación de DDHH[2].
El 2026 es un año electoral en cuatro países estratégicos en la región, Brasil, Colombia, Perú y Chile, lo que puede originar una vuelta de reloj en términos de procesos políticos. Lula va por una reelección, en Colombia, el partido del presidente Petro la tiene difícil. Nunca se deterioraron tanto las relaciones entre Washington y Bogotá como consecuencia de las diferencias entre ambos presidentes. La situación con el Perú dista de equilibrio. Lo que hay es una lejana y desconfiada convivencia con un régimen de transición que le sirve a los intereses de Washington en el sentido de alejar a Beijing de la órbita de presencia en el pacífico Sur, pese a la existencia del puerto de Chancay, controlado por una empresa de origen parcial chino. Mientras que, con Chile, Washington aspira el retorno de la derecha más conservadora, que se acomode de mejor manera a sus intereses sobre las tierras raras.
Lamentablemente, los objetivos e intereses de cada uno de los miembros de la comunidad latinoamericana y caribeña se encuentran distanciados parcialmente, lo que dificulta maneras de lograr una sola posición colectivas en torno a problemas globales. Mientras tanto, la mayoría de los países se envuelven en crisis políticas, sociales, inestabilidades y diversos tipos de violencia asociados a las distintas formas de criminalidad y ello dificulta una mirada colectiva de la situación.
[1] https://www.unep.org/es/resources/informe-sobre-la-brecha-de-emisiones-2025
[2] https://www.france24.com/es/am%C3%A9rica-latina/20251031-la-onu-acusa-a-ee-uu-de-violar-el-derecho-internacional-por-ataques-en-el-caribe-y-pac%C3%ADfico