LAS RELACIONES TRANSATLANTICAS Y EL AISLACIONISMO NORTEAMERICANO.

“Los EE. UU. no deberían nunca dedicarse a buscar monstruos que destruir en el exterior” John Quincy Adams.

Se producen grandes cambios en torno a las relaciones de EE. UU. con Europa y con Rusia, particularmente, configurando un escenario mucho más certero. Se considera un giro copernicano, de alguna manera del restablecimiento de la Doctrina Monroe (ni Europa interviene en asuntos americanos y viceversa); o desde el punto de vista latinoamericano es una extensión de la figura de la no intervención. Esta posición tiene sus raíces en el Derecho de Fetiales impulsada por aislacionistas como Publio Escipión en la Antigua Roma. Luego, en EE. UU ha sido defendida por el movimiento conservador de ese país, desde el siglo XIX con la Liga Antiimperialista y personas como Mark Twain, William James, Carl Schurz, Andrew Carnegie[1]. El primer opositor al expansionismo norteamericano, con motivo de la guerra con España en 1898, fue William Graham Summer, autor de texto “La Conquista de EE. UU. por España” (1898). El aislacionismo de EE. UU. vivió su máxima expresión en el período entre guerras, 1917-1941, desde el momento que el Congreso de ese país se negó a incorporarse a la Liga de Naciones. Ahora tiene algunos think tanks como Mises Institute, Independent Institute, Antiwar.com Cato Institute.

La conversación telefónica y las próximas reuniones entre funcionarios de administración Trump y Putin, posteriormente a la 61 Conferencia Internacional de Seguridad en Munich, han provocado un nuevo escenario que dista fuertemente de lo que había acostumbrado a la administración de Biden. Algo similar podemos decir de la reunión del enviado de Trump Richard Granell y el presidente Maduro, que le permitió romper el relativo aislamiento con occidente, a cambio de la liberación e 6 norteamericanos y la deportación de los primeros deportados de esa nacionalidad.

Luego de más de tres años de conflicto entre Rusia y Ucrania, la posibilidad de lograr una finalización del conflicto que vuelve las cosas al estadio anterior a los hechos ocurridos en Maidan (2002). La importancia de retomar el diálogo -en Arabia Saudita- entre las mayores superpotencias nucleares del planeta reduce las posibilidades de una conflagración, eso es lo primero que hay que señalar: tres temas, la reapertura de todo el espectro de dialogo, la próxima cumbre entre Trump y Putin y las negociaciones de paz en Ucrania. Ha quedado claro que no entran a la mesa de negociaciones, ni la recuperación de las fronteras previas a 2014, ni tampoco es previsible un ingreso de Ucrania a la OTAN. Una de las pocas cartas que le queda a Bruselas es lograr que Ucrania acceda a la Unión Europea, en el plano estrictamente económico comercial, pero no militar. Por ello el presidente Zelensky llama a la construcción de las fuerzas armadas europeas[2]; mientras presidente Macron convoca a una cumbre europea[3], los líderes de Reino Unido y Suecia comprometen tropas para garantizar la seguridad de Ucrania[4]. Esto pone contra la pared a Europa que ahora tendrá que encargarse de su defensa colectiva y no podrá seguir dependiendo de la asistencia de Washington. Si bien es cierto que se percibe una diferencia entre los pronunciamientos iniciales desde la casa Blanca, el Departamento de Estado y su concreción operativa, es indudable que el escenario de las relaciones transatlánticas (EE.UU con Europa), ya no serán las mismas.


[1] BASTOS BOUBETA Miguel, “Antiimperialismo de Derechas: La Tradición Política del Aislacionismo Norteamericano” en:

https://www.redalyc.org/pdf/380/38040105.pdf

[2] https://www.bbc.com/mundo/articles/cglyrndjg1wo

[3] https://cnnespanol.cnn.com/2025/02/15/mundo/lideres-europeos-cumbre-emergencia-ucrania-trax

[4] https://www.abc.es/internacional/reino-unido-anuncia-listo-enviar-tropas-paz-20250217063815-nt.html

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