R. Soberón
Como un colectivo de países, su posición es relativa y periférica, salvo presencias puntuales en algunas plataformas globales como puede ser la participación temporal en el Consejo de Seguridad de la ONU, la presencia de Brasil en las plataformas de los BRICS o en el G7. Otros tres espacios de diálogo político privilegiados, como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y caribeños (CELAC, cuya cumbre más reciente fue la VIII en San Vicente), el Grupo de Puebla compuesto por varios expresidentes (Samper, Zapatero, Fernández) y el propio Foro de Sao Paulo, no se han cohesionado como corresponde, manteniéndose discrepancias evidentes, de acuerdo con el tema. Un caso evidente fueron la desautorización por parte de 10 países al saludo a la elección de Vladimir Putin en Rusia, por parte de la secretaria pro tempore y actual mandataria hondureña, Xiomara Castro.
Y no es que no existan temas políticos diplomáticos complejos en la región. Desde la evolución y límites de la propuesta de paz total en Colombia versus la guerra contra la criminalidad desatada en El Salvador o Ecuador, el diferendo en el Esequibo entre Guyana y Venezuela, la cuestión de las Malvinas, la militarización impulsada por EE. UU. de diversas formas y lugares, la cuestión climática para los países caribeños.
Existe poca unidad colectiva para sentar posiciones colectivas por parte de los países del hemisferio, incluyendo los países caribeños. Ello responde a la diversidad de regímenes y gobiernos que transitan en el mapa político latinoamericano. Algunos les ponen mayor énfasis a temas principistas (democracia, derechos humanos), otros priorizan temas geopolíticos globales (seguridad y multilateralismo). Lamentablemente, se ha perdido sentido de la colectividad latinoamericana sobre temas fundacionales como es la neutralidad, la zona de paz o la no injerencia en asuntos domésticos.
Podemos dividir a la comunidad latinoamericana hasta en cuatro grupos. Primero, los países progresistas radicales, como Cuba, Nicaragua, Venezuela y en menor medida, el Estado Plurinacional de Bolivia. Reúnen los ataques de la media oficial hemisférica, son objeto de críticas desde los EE. UU y los organismos multilaterales y los “think tanks” proamericanos (Interamerican Dialogue o NED, por ejemplo). Usualmente son catalogados de “dictaduras” o violadores de DDHH.
En segundo lugar, tenemos a los países progresistas no radicales compuestos por México, Brasil, Chile y Colombia, que tienen políticas proactivas, pero sin capacidad de articularse entre ellos, de manera que pueda ser una sumatoria política efectiva.
En tercer lugar, tenemos los gobiernos conservadores de distinto pelaje, que se caracterizan por tener una posición muy dura frente al otro grupo de países, o tienen posiciones negacionistas respecto de temas complejos (DDHH, Cambio Climático, seguridad ciudadana). Tenemos el caso de Argentina, Uruguay, Paraguay, Ecuador, Guyana y en menor medida El Salvador.
Bajo estas circunstancias, y mas allá del color del gobierno de cada uno de los miembros de la CELAC; sería un ejercicio importante lograr ponernos de acuerdo en ciertos temas fundacionales del concierto latinoamericano, para retomarlos, defenderlos y promoverlos, mas aun cuando la región se convierte en un espacio de disputa geopolítica y comercial global.
2 comentarios
Breve y acertado análisis, Ricardo. Las adscripciones ideológicas prevalecen sobre los intereses regionales comunes.
Efectivamentge estimado Rafael, debemos de tomar algo de distancia del núcleo de los debates ideológicos, con un poco mas de pragmatismo