Esta asociación surgida como de economías emergentes cuenta con el poderío de China y refuerza su per l con la entrada de seis nuevos socios, incluidas tres potencias petroleras.
La reunión de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) tendrá un pequeño desafío en su primera reunión de inicios de 2024: si mantiene el nombre, que quiere decir ladrillos en inglés, o asume otro que exprese el poderío al que aspiran y que ya pueden contabilizar por contar con el 46% de la población mundial entre sus socios.
El acrónimo BRIC lo inventó hace casi 20 años un analista de Goldman Sachs para etiquetar a un grupo informal de países que crecían a buen ritmo. Luego se incorporó Sudáfrica y fue plural. En Sudáfrica justamente se sumaron Arabia Saudí, Argentina, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán.
“La gobernanza global debe representar el poder y las relaciones económicas actuales, no las de 1945”, proclamó en la cumbre el secretario general de la ONU, António Guterres, invitado a Johannesburgo.
Además de una mayor integración nanciera y comercial, este club aspira a terminar con la hegemonía de Washington, pero muchos de sus socios tienen excelentes vínculos no solo con Estados Unidos sino con la Unión Europea y Japón. Se equivoca quien cree en un enfrentamiento parecido a la Guerra Fría.
Irán es una cosa, India es otra. Y así con varios de sus integrantes. Esa diversidad le da más atractivo y le permite tener acuerdos y desencuentros a sus miembros.
La brasileña Maiara Folly, especialista en relaciones internacionales y directora ejecutiva de CIPO (un centro de investigación sobre relaciones internacionales, gobernanza y clima), dijo a El País de Madrid que “la ampliación es algo muy natural para los BRICS, un grupo muy crítico con el G-7 (Estados Unidos, Canadá, Japón, Italia, Gran Bretaña, Francia y Alemania) porque lo considera un club exclusivista que no re eja el reparto de poder político y económico del mundo actual”.
Xi Jinping no ocultó su entusiasmo: “Esta ampliación es histórica”. Junto a la iniciativa de la Franja y la Ruta, China ya no es solo la segunda economía del planeta sino un actor político con potencial global.
Con la ampliación, los BRICS sumarán a partir 2024 el 46% de la población mundial y el 37% del PIB según recalcó Lula. Y otro dato de esta reunión es la capacidad energética de los nuevos socios: Arabia Saudita es el primer productor de crudo del mundo, también son potencias petroleras Emiratos Árabes e Irán.
El presidente sudafricano, Cyril Ramaphosa, dijo que tras la ampliación a 11 “hemos consensuado la primera fase de este proceso de expansión y seguirán otras fases”. Unos 40 países habían solicitado unirse a este bloque que ya cuenta con el Nuevo Banco de Desarrollo, con sede en Shanghái, una entidad alternativa al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional que ha nanciado proyectos de desarrollo en cuatro continentes por U$S 33.000 millones.
El brasileño Lula y Narendra Modi, el primer ministro indio, consiguieron en esta cumbre el compromiso de Xi de apoyarles a conseguir un puesto jo en el Consejo de Seguridad pese a que nadie entre el quinteto con derecho a veto tiene ninguna intención en una reforma de calado que altere el actual reparto de poder en la ONU.
El elenco nal de los nuevos socios sorprendió. Indonesia se cayó a petición propia en el último minuto. Argelia y Nigeria quedaron fuera. Entra Etiopía y, con ella, cuatro países de Oriente Próximo.
Unirse a los BRICS da un impulso en la escena global a los saudíes, emiratíes y egipcios, “pero eso no signi ca que abandonen su relación estratégica de seguridad con Estados Unidos. Están construyendo coaliciones tema por tema en función de sus intereses nacionales”, advierte el analista Hasan Alhasan, del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos de Baréin, en un artículo publicado por Bloomberg.
El presidente argentino Alberto Fernández recibió con entusiasmo el sí, pero lo cierto es que los dos candidatos mejor colocados para sucederlo no quieren ni oír hablar del tema. El libertario de ultraderecha Javier Milei, ganador de las recientes primarias, fue claro y contundente, el a su estilo: “No voy a promover negocios con comunistas que no respetan los parámetros básicos de libre comercio, libertad y democracia”.
La candidata de Juntos por el Cambio, una derecha clásica, Patricia Bullrich, también rechaza el ingreso.