Un reciente artículo escrito por Stefan Katz[1], líder estatal de una organización Veterans for all Voters, y miembro de la Fuerza Espacial de EE. UU., revela cinco características de la disfunción del sistema político de EE. UU, a partir de la aparición de Trump en la escena política de ese país, su presidencia (2017-2021), el rechazo al resultado de noviembre del 2020, los fallidos intentos de golpe de estado rechazando los resultados electorales, y su actual nominación -y posible triunfo- para el 2025/2030. En este artículo, Katz refiere ahora sus posibles consecuencias nefastas en términos de Seguridad Nacional.
Esta disfunción político institucional que se ve acompañada de una tendenciosa campaña de desinformación (mal uso de redes, inteligencia artificial), alcanzó su pico en enero del 2021 con los hechos violentos ocurridos en el Capitolio y sus consecuencias posteriores, la degradación del debate político y su proyección hacia el mundo. Hoy en día, se expresa en el encendido oposición entre sectores políticos, una suerte de radicalización entre “MAGAs lovers”, conservadores autoritarios y demócratas de diversos talantes, tanto sobre temas esencialmente domésticos (vida, aborto, armas) como sobre temas externos (China, Medio Oriente, Rusia, migración). Pero esta situación no puede explicarse solamente desde un lado de la pantalla, también los políticos y el partido demócrata y la opinión pública norteamericana tienen una responsabilidad en haber permitido el deterioro de la política, los conceptos y el debate mismo. Así pues, se describen las cinco formas en las que el desorden político actual., ponen en peligro la seguridad nacional de EE. UU:
Hace al mundo más peligroso. En una era de absoluta competición entre poderes, el mayor instrumento de un sistema político es mostrar su superioridad sobre el resto a nivel global. Es lo que sucedió en los finales de la Guerra Fría (1991), con la desaparición de USSR. Hoy en día, solo 28% del norteamericano promedio este contento con el sistema democrático de su país, mientras que en el mundo exterior se nota un creciente retorno de diversas formas de autoritarismos. A pesar de los esfuerzos de la administración Biden de seguir promoviendo la Cumbre de la Democracia[2], alrededor del mundo, es evidente que el sistema hace agua en la solución de los problemas, pero también en su capacidad de proyectar hegemonía al resto del mundo. Así, el gobierno de EE. UU mantiene ciertas contradicciones entre su política doméstica y su política exterior: tales como la peligrosa expansión de la OTAN más allá de sus fronteras naturales poniendo en riesgo la estabilidad y paz mundiales; su peligroso acercamiento con regímenes autocráticos como los de Turquía y Hungría, por intereses unilaterales; la deshonrosa salida de Afganistán dejando el país, en manos de los talibanes; y ahora último, sus debilidades y contradicciones en Gaza entre el apoyo a Israel y la defensa de valores humanitarios básicos.
Hacer los Objetivos de Defensa Nacional menos claros y resueltos. El país enfrenta una situación de convergencia de múltiples escenarios críticos, que requieren el correspondiente aprestamiento de sus fuerzas militares. El problema de ausencia de coherencia en Ucrania y en Gaza, pasa la factura en términos electorales domésticos: dentro del Capitolio, la disputa bipartidista trata de evitar la victoria del otro bando, especialmente en materia de política exterior (caso de la reciente asistencia a Ucrania, Israel y Taiwán). Se vislumbra una falta de credibilidad, la erosión de confianza hacia el gobierno de EE. UU, entre sus contrapartes en el mundo. El 86% de los americanos[3] piensan que los políticos -republicanos y demócratas- están mas concentrados en pelear entre ellos, lo cual ha llevado a una pérdida de credibilidad en lo que EE. UU. le ofrece al mundo.
Impactos negativos sobre Reclutamiento, Retención y Profesionalismo. En la actualidad, las fuerzas armadas norteamericanas son las de menor tamaño en 80 años[4]. La disfunción política que vive hoy el sistema norteamericano (dentro y fuera del Capitolio), ha hecho menos atractivo el pertenecer a las fuerzas armadas, no solo por cuestiones específicas como mejor paga, requisitos de salud y educación, sino que esencialmente y eso es lo preocupante, perdida de patriotismo, una mayor proclividad a no servir respecto al pasado, pérdida de confianza en el país y en la democracia.
Debilitamiento de superioridad en batalla. Las disputas políticas entre la casa Blanca y el Congreso se dejan sentir en las capacidades militares de EE. UU., especialmente cuando tiene un escenario complejo en el exterior y amenaza creciente de China, que invierte para cerrar brechas. Son dos las piezas fundamentales provenientes del Congreso, una es el National Defense Authorization Act y la otra es la propuesta de apropiaciones que señala cuantos fondos hay disponibles. Lo que el secretario de Defensa denomina “falta de certeza legislativa”, producto del enfrentamiento partidista dentro del Capitolio. Finalmente, creciente politización de lo militar debilita la confianza pública, tanto civiles como militares, dice Katz. Esto lo demuestra el caso de la demora en nombramientos por la posición de senador Tommy Tuberville. La figura del niño por el que dos padres se pelean antes del divorcio.
[1] https://www.thebulwark.com/p/american-political-dysfunction-national-security?utm_source=substack&utm_medium=emailhttps://www.thebulwark.com/p/american-political-dysfunction-national-security?utm_source=substack&utm_medium=email
[2] https://www.state.gov/summit-for-democracy/
[3] Estudio sobre política norteamericana, hecho por el Pew Research Center https://www.pewresearch.org/politics/2023/09/19/americans-dismal-views-of-the-nations-politics/
[4] https://americanmilitarynews.com/2023/12/us-military-force-at-80-year-low-pentagon-urges-national-call-to-service/